La prensa británica está de mal humor, tan sólo hay que leer un poco para llevarse las manos a la cabeza. Sin comentarios.
The Daily Mirror: Perdieron más, y el deporte mucho más, de lo que hubieran perdido con ambos coches estrellados en las barreras en una tentadora batalla por el triunfo. Queríamos un bonito atraco callejero de Hamilton y en lugar de eso él fue el único al que robaron. Pero lo más grave es que al deporte y a los fans se les robó también el honor, el orgullo, la honestidad y el juego limpio.
The Daily Telegraph: Nunca un doblete se había celebrado con caras tan largas. El sabor amargo a decepción arrojó sombra en lo que hubiera sido un día triunfal para McLaren. En esta ocasión Hamilton fue la víctima, luchó por la gloria y el instinto competitivo fue neutralizado por instrucciones desde arriba. La negación forzada de la persecución en las calles de Montecarlo se puede ver como un sacrilegio.
The Daily Mail: Lewis Hamilton estaba tan enfadado por las órdenes de equipo, que arruinaron sus posibilidades de ganar en Mónaco, que necesitó la intervención dramática del jefe del equipo, Ron Dennis, para hacerle obedecer. El piloto británico expresó su frustración al ordenarle que regalara la victoria a su compañero de equipo y contestándole al ingeniero de carrera, Phil Prew, que se negaba a frenar.
The Times: Esa decisión (el hecho de que Hamilton repostara antes de lo previsto) le impidió cazar a Alonso. Hamilton había planeado conducir seis vueltas más que el español antes de la primera parada, pero fue llamado después de sólo tres.
The Daily Mirror: Perdieron más, y el deporte mucho más, de lo que hubieran perdido con ambos coches estrellados en las barreras en una tentadora batalla por el triunfo. Queríamos un bonito atraco callejero de Hamilton y en lugar de eso él fue el único al que robaron. Pero lo más grave es que al deporte y a los fans se les robó también el honor, el orgullo, la honestidad y el juego limpio.
The Daily Telegraph: Nunca un doblete se había celebrado con caras tan largas. El sabor amargo a decepción arrojó sombra en lo que hubiera sido un día triunfal para McLaren. En esta ocasión Hamilton fue la víctima, luchó por la gloria y el instinto competitivo fue neutralizado por instrucciones desde arriba. La negación forzada de la persecución en las calles de Montecarlo se puede ver como un sacrilegio.
The Daily Mail: Lewis Hamilton estaba tan enfadado por las órdenes de equipo, que arruinaron sus posibilidades de ganar en Mónaco, que necesitó la intervención dramática del jefe del equipo, Ron Dennis, para hacerle obedecer. El piloto británico expresó su frustración al ordenarle que regalara la victoria a su compañero de equipo y contestándole al ingeniero de carrera, Phil Prew, que se negaba a frenar.
The Times: Esa decisión (el hecho de que Hamilton repostara antes de lo previsto) le impidió cazar a Alonso. Hamilton había planeado conducir seis vueltas más que el español antes de la primera parada, pero fue llamado después de sólo tres.
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